lunes, octubre 22, 2018

Con frecuencia tengo la sensación de estar haciendo el ridículo, de que todo el mundo me mira con desprecio y me señala con el dedo. Es como si estuviera en uno de esos sueños recurrentes en los que sales desnudo a la calle y la gente se ríe de ti pero nadie te dice nada y tú no eres capaz de averiguar el motivo de sus burlas. La gente se sonríe a mi paso y siente pena por mí, me consideran un retrasado, un pobre infeliz que no ha entendido nada y me tratan con una condescendencia ofensiva. Porque, empeñados en imponer nuestras costumbres e ideas, rechazamos a quien consideramos diferente, a quien no se ajusta a nuestros cánones de comportamiento y en lugar de tomar en consideración su particular punto de vista hasta que pueda a llegar a poner en duda nuestras creencias, preferimos denostarlo, despreciarlo y humillarle. Salgo a la calle vestido con el traje nuevo del emperador y noto sus miradas hirientes clavándose sobre mí pero nadie me dice cuál es el problema. Solo me gustaría que alguien me explicara en qué me equivoco y tal vez pueda estar de acuerdo o por el contrario reafirmarme en mis rarezas, pero no me trates como si te creyeras mejor que yo, no menosprecies mis opiniones, porque nadie es mejor que nadie y tú mucho menos. El problema no es que yo vaya desnudo, sino que ellos no son capaces de hacerlo y su mirada no es transparente. Porque yo no tendría que avegonzarme por mostrarme tal como soy, sino que deberían de ser los demás los que se atrevieran a hacerlo también.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Game Over....

Unknown dijo...

That's right,....but you should do fair play!! Don't you???