domingo, noviembre 04, 2018

Si quieres algo simplemente vas y lo coges. Así de sencillo. Si tienes un sueño, una aspiración o un deseo solo tienes que agarrarlo firmemente con tu mano para que no se te escape. Si está un poco más lejos te levantas del sillón, te pones los zapatos y vas a por ello. Y si está mucho más lejos recorres el camino que haga falta durante horas, días o años hasta llegar por fin a tu objetivo. Es cuestión tan solo de no dejar de dar pasos en la dirección adecuada, aunque tengas que cruzar desiertos o escalar montañas. No importa lo alto que pueda estar, nada está fuera de tu alcance. En ese caso te subes en un banco y te alzas todo lo que haga falta, y si aún no llegas pones uno mayor, buscas una escalera o construyes una hasta que estés a su altura, y si no te vale con esa haces otra más grande aunque tardes mucho tiempo en fabricarla y te cueste un gran esfuerzo que conlleve sacrificar tu descanso, tu sagrada comodidad o incluso arriesgar tu integridad. Pero no esperes que alguien venga de repente y te lo dé por que sí, que te lo traiga en bandeja de plata a ese cómodo sofá desde donde impasible miras la vida pasar, porque nadie lo va a hacer, nadie va a mover un dedo por ti, ni tampoco renuncies a conseguirlo solo porque sea un poco más difícil o tardes más de lo que en un primer momento pensabas o de lo que estás dispuesto a dar. Porque si es así será que tanto no lo desearías.

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