miércoles, diciembre 05, 2018

No hay mucho donde escoger. Puedes acoplarte de un modo perfecto a la rutina gris del día a día, fichar puntualmente sin perder un minuto, cumplir con todas tus obligaciones escrupulosamente, superar etapas y aceptar tu sino. Puedes poner mala cara de camino al trabajo, madrugar y tomar café, protestar en los semáforos y despreciar a todo el mundo a tu alrededor, quejarte de los políticos, tus jefes y tus compañeros, negar tus sentimientos y adoptar como propias ideas ajenas que tanto esfuerzo te ahorran. Hablar sin parar de lo divino y de lo humano y no hacer nada con tu vida. Decir sí a todo mientras piensas no, para acabar haciéndolo de todos modos. Puedes dejarte llevar por lo que se supone que debes hacer, integrarte en el engranaje del sistema a la perfección, dejar que otros elijan por ti lo que haces, lo que comes y lo que piensas, aceptar la configuración por defecto creyendo que es la única o incluso la mejor, nadar como pez en el agua que no sabe lo que es el agua, creyendo que estás en el mar e ignorando que estás en una pecera, congelar tu vida para que nadie pueda modificar nada, cumplir todos los trámites sin saltarte ni un paso, rellenar formularios que no entiendes y fingir que comprendes algo, acudir a compromisos insoportables aunque no te apetezca, asentir con la cabeza y negar con el corazón, dar la razón a quien no la tiene y quitársela a quien te gustaría creer. O puedes dejarte de tonterías y coger las riendas de tu vida para hacer todo lo que siempre quisiste y nunca te atreviste a intentar. No hay más. Tú decides.

1 comentario:

Sofía Moral dijo...

Hola! Acabo de descubrir tu blog y me encanta cómo redactas. Ya te estoy siguiendo desde sophisticatedmeblog.blogspot.com

Un abrazo!