viernes, noviembre 29, 2019

Siempre busco un punto de apoyo, una excusa para transitar el desierto que ponga mi mundo en movimiento. Es mi gran defecto, mi incapacidad manifiesta para recorrer el camino en solitario sin sentirme perdido en mitad del vendaval que me arrebata el valor y las ganas. Mi torpe dependencia emocional de la que reniego. Sin él no encuentro motivos para enfrentarme a la adversidad, y la rutina envuelve los días con un agrio sabor a nada que me fatiga y asfixia. Un cómplice, un aliado, un compañero, alguien a quien confiar mis deseos y mis miedos aun a riesgo de caer al vacío cada vez que falla, el contrapeso perfecto a todas mis carencias y excesos que me da el equilibrio que necesito. No lo hago de forma consciente, pero siempre acaba sucediendo y me dejo llevar sin pensar en las heridas previas, aunque sé que no tardará en llegar el día en que la distancia marque nuestro destino, cuando, tarde o temprano, se desvanezca y me deje desprotegido en busca de cobijo tratando en vano de llenar de triviales ocupaciones la ausencia.

3 comentarios:

Devoradora de libros dijo...

Siempre habrá alguien.

Besos.

brenllae9@gmail.com dijo...

La verdad es que me identifico mucho con el texto. Siempre he pensado que soy un ser completo y que si llega alguien que me hace bien y llena el vacío y da más sentido a mi vida, bienvenida sea. No me mato por encontrarla, pero eso también me provoca añoranza y momentos de vacío. Por eso me gusta el texto.
EN otro orden de cosas, no me aparezco tanto por el blog como antes porque me han operado de la vista. A partir de ahora comentaré más asiduamente. Saludos.

Experience Invest dijo...

Yay!I really loved reading your post! Hope you'll write more!