miércoles, diciembre 18, 2019

Es curioso cómo he acabado haciendo todo lo que más detestaba. Aquello que rechazaba con todas mis ganas, lo que había jurado que nunca jamás haría es hoy mi realidad cotidiana. Y no me arrepiento, no reniego de quien soy y de lo que hago, pues no soy quien fui ni pienso lo mismo que ayer y seguramente que mañana. Lo extraño sería no cambiar nunca, mantenerte impasible contra viento y marea y no ser capaz de rectificar y adaptarte a las circunstancias. Por eso bebo de todas las aguas y no descarto ninguna opción ni prometo nada, porque sé que el tiempo moldeará mi mente y no seré más este que hoy soy. Incumpliré todas mis promesas y perderé el interés por aquello que persigo sin descanso, aprenderé y olvidaré, descubriré nuevos modos, métodos y destrezas y mi visión sobre cualquier cosa, desde la más trascendente a la más insignificante, cambiará inevitablemente. Me olvidaré de quienes hoy busco y buscaré a quien ignoro. Despreciaré mis logros que tanto me costó alcanzar y perseguiré sin descanso lo que hoy dejo marchar sin lamento. Porque todo muta, nada permanece, ni siquiera lo que pienso en este instante y todo lo que sientes, porque puede que si mañana te veo, ya no me acuerde de esto.


2 comentarios:

Susana dijo...

Yo creo que soy bastante inmutabla. Un beso

Devoradora de libros dijo...

«Nunca digas de este agua no beberé».

Besos.