Es curioso cómo he acabado haciendo
todo lo que más detestaba. Aquello que rechazaba con todas mis
ganas, lo que había jurado que nunca jamás haría es hoy mi
realidad cotidiana. Y no me arrepiento, no reniego de quien soy y de
lo que hago, pues no soy quien fui ni pienso lo mismo que ayer y
seguramente que mañana. Lo extraño sería no cambiar nunca,
mantenerte impasible contra viento y marea y no ser capaz de
rectificar y adaptarte a las circunstancias. Por eso bebo de todas
las aguas y no descarto ninguna opción ni prometo nada, porque sé
que el tiempo moldeará mi mente y no seré más este que hoy soy.
Incumpliré todas mis promesas y perderé el interés por aquello que
persigo sin descanso, aprenderé y olvidaré, descubriré nuevos
modos, métodos y destrezas y mi visión sobre cualquier cosa, desde
la más trascendente a la más insignificante, cambiará
inevitablemente. Me olvidaré de quienes hoy busco y buscaré a quien
ignoro. Despreciaré mis logros que tanto me costó alcanzar y
perseguiré sin descanso lo que hoy dejo marchar sin lamento.
Porque todo muta, nada permanece, ni siquiera lo que pienso en este
instante y todo lo que sientes, porque puede que si mañana te veo, ya
no me acuerde de esto.
2 comentarios:
Yo creo que soy bastante inmutabla. Un beso
«Nunca digas de este agua no beberé».
Besos.
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